Los contratos de productos de Apple contienen más palabras que cualquier novela de Tolkien

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Cada vez que adquieres un nuevo dispositivo electrónico o te suscribes a un servicio online es necesario aceptar un contrato de términos de servicio y condiciones de uso. Si sumas las palabras de los contratos de productos de Apple obtendrás más que las que incluye la novela El Hobbit. ¿Los has leído todos?

El contrato que firmaste al comenzar a usar la App Store de iOS para así poder descargar aplicaciones cuenta con un total de 2819 palabras. En el caso de iTunes son 4125 palabras y si usas un Apple Watch suponemos que habrás leído las 5245 palabras de sus términos de servicio y condiciones de uso, ¿cierto?

Aquella persona que sea fanática de los dispositivos de Apple y use todos sus productos y servicios en teoría habrá leído más de 100 mil palabras de contratos, un número superior a lo que incluye la novela de El Hobbit o la primera entrega de la saga Harry Potter, como ha descubierto Quartz.

La triste realidad es que nadie se toma tan en serio como debería los contratos de productos de ninguna marca. La enorme mayoría de personas sencillamente marca la casilla de “acepto” y continúa con su vida sin prestar atención a lo que dice ese contrato que acaba de firmar, incluso si ese tiene que ver con transacciones monetarias usando su tarjeta de crédito o garantía.

En el caso de Apple la compañía cuenta con más de 100 contratos para todos sus productos (entre hardware y software) que están disponibles en su web oficial, y la mayoría deja claro que el usuario no es propietario del software que usa y que nadie puede hackear o modificar sus dispositivos, además de liberar de culpas a la compañía en algunos casos.

Estos contratos también permiten a Apple suspender el uso de alguno de sus productos dependiendo de lo que hagas con él, incluyendo música que hayas comprando con iTunes en algunos casos (como sospecha de piratería).

En general, los contratos incluyen condiciones muy importantes para el uso de un producto, por lo que quizás la próxima vez que te suscribas a algún servicio te sirvas una taza de té y te sientes en tu silla favorita para disfrutar de lo último de Stephen King: un contrato legal de uso.

Fuente: Quartz.

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