Alfonso Cuarón habla sobre su experiencia en filmar de nuevo en México

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Después de ganar un Oscar, la mayoría de los directores buscan hacer algún proyecto con más estrellas, más figuras, más presupuesto. Sin embargo, ése no fue el caso de Alfonso Cuarón, quien tras obtener la prestigiosa estatuilla en 2014 por Gravedad (Gravity), optó por hacer un filme en México y de “menor escala”: Roma.

“Yo tomé la decisión de regresar a México para hacer la película que he soñado hacer y como he soñado hacerla, además, con los recursos que he soñado y una de las cosas que necesitamos fue tiempo. El rodaje fue muy extenso”, explicó el reconocido cineasta.

Como se ha comentado mucho, este proyecto implicó el cierre de calles que causaron incomodidad, principalmente entre los vecinos de las zonas donde rodó, aunque el cierre más significativo fue el de la Calzada México-Tacuba, con la intención de recrear la matanza estudiantil que ocurrió en dicho lugar en 1971. No obstante, el también director de Y tu mamá también aclaró que el filme no se centra en los eventos de aquel fatídico Jueves de Corpus.

“No lo pensamos frívolamente. Cuando requerimos esto y lo explicamos, lo hicimos para recrear un momento histórico que es una llaga en la conciencia del mexicano, que son los eventos del 10 de junio del 71. Era esencial filmar esta escena en donde sucedieron los hechos”, explicó.

Roma, que se centra en un año en la vida de una familia de clase media, originalmente iba a ser fotografiada por el oscarizado Emmanuel Lubezki, sin embargo, “El Chivo” tuvo complicaciones personales que le impidieron sumarse al rodaje. En su lugar la responsabilidad recayó en Galo Olivares, a quien el cineasta describió como un talento con un “ojo excepcional”.

Pero el ganador del Oscar que sí sumó esfuerzos con Cuarón fue Eugenio Caballero (El laberinto del Fauno), quien fue el responsable del diseño artístico que recreó los anhelados años 70. Su misión fue poner en práctica visualmente lo que junto con el realizador aprendió en su investigación sobre el México de entonces, para lo cual tuvieron que rehacer fachadas de los lugares donde filmaron, conseguir autos de época y remover todos los toldos de los negocios que no existían.

“Tuvimos que ser muy rigurosos en todo lo que se veía, además de que filmamos en 70 milímetros, que es un formato en el que todo se ve; hay un registro enorme del detalle”.

Es bien sabido que Cuarón, Alejandro González-Iñárritu y Guillermo del Toro son amigos cercanos y suelen ayudarse en sus proyectos fílmicos. Pero para sorpresa de muchos, en esta ocasión el realizador de Los niños del hombre no buscó la asesoría de sus “compadres”, pues quería que el proceso fuera orgánico, esencial y que no le dieran anotaciones sobre el guion que había escrito.

“Su empuje no fue por ahí. Su apoyo fue en dejarme irme por ahí para este proyecto. Era un proyecto en el que yo tenía mucho miedo que el cuestionamiento me hiciera dudar. No quería pensarlo demasiado. Es la primera película en la que no tengo su asesoría. Espérate a que esté en corte de edición y voy a estar llorando, metiéndolos al cuarto de edición como cinco semanas a cada uno”.

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