El éxito detrás de ‘Cobra Kai’

Como Kreese dice, "la historia apenas comienza". La tercera temporada de Cobra Kai llega el 1 de enero de 2021, solo en Netflix. Y la temporada 4 está oficialmente preparándose para la pelea. Cobra Kai nunca muere.
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Si bien es cierto que existen infinidad de series que han intentado remover en el baúl de los recuerdos, ninguna ha conseguido lo mismo que esta especie de secuela de aquel clásico generacional (que además tuvo dos secuelas, un spin off y remake). Su tercera temporada llegó hace unos días a Netflix y ya está escalando posiciones entre lo más visto de la plataforma, repitiendo el éxito de sus entregas anteriores y sin necesidad de acudir a un guion digno de un Emmy. Entonces, ¿cuál es su secreto para conseguir semejante éxito cuando tantas otras series remake lo han intentado y fracasado en el intento? Pues que Cobra Kai sabe a quién está dirigida, sabe que su única baza es la nostalgia y la exprime al máximo sin dejar de ser nunca una historia hija de los 80s. Y solo por eso nos tiene completamente enganchados.

Qué bien lo han hecho Ralph Macchio y William Zabka, dos actores que no han tenido reparos a la hora de reírse de ellos mismos, de sus personajes (Daniel-san y Johnny Lawrence) y de desempolvar sus habilidades para las artes marciales cuando han pasado más de treinta años desde que dieran patadas voladoras en Karate Kid (1984). Y es que Cobra Kai es Karate Kid multiplicado a la máxima potencia. Aquí no vale añadir dosis de modernidad para buscar a un público nuevo como hizo Salvados por la campana, jugar a docuserie como hizo Sensación de vivir o caer en la idea del remake como Sabrina o Arma Letal. Cobra Kai es Karate Kid y de ahí no sale. Y los cinéfilos más nostálgicos lo agradecemos muchísimo.

Para quienes aún no hayan caído en la nueva debilidad de los nostálgicos ochenteros, les cuento que la idea es bastante básica: la serie simplemente continúa la rivalidad entre sus protagonistas, pero riéndose de ellos mismos, de esos adultos que no han terminado de pasar página e inculcan el rechazo mutuo en los pupilos de sus respectivas escuelas de artes marciales (aunque la trama avanza con cada temporada con peleas y acercamientos constantes). La historia del matón y la víctima, las consecuencias del bullying y el auto empoderamiento son las mismas. La única diferencia es que la serie hace hincapié en acentuar la figura de Johnny Lawrence, el matón que hizo la vida imposible a Daniel-san en la primera película para terminar recibiendo su merecido en el torneo local de karate con la famosa grulla. El aporte de originalidad que hace la serie es que nos permite conocer la versión de Johnny, otorgándole una redención inesperada al ser una víctima del bullying que simplemente actuaba en consecuencia a la presión que él mismo estaba recibiendo. Incluso plantea una teoría que señala al protagonista, el de “dar cera, pulir cera”, como otro matón a su manera (esta teoría ha despertado unos cuantos debates en redes sociales).

Leyendo esto más de uno se preguntará cómo es posible que esté triunfando si no hace más que contar más o menos lo mismo. Pues precisamente por eso.

Cobra Kai no nació queriendo ser original o buscando nuevos fans cuando llegó en forma de web serie a YouTube hace dos años (Netflix la adquirió tras el éxito viral que cosechó desde entonces). Nació como una serie que volvía a un clásico continuando la misma historia pero sin pretender ser algo diferente. Utilizó la nostalgia como su mejor baza para llegar a ese público sobreprotector de los recuerdos de su adolescencia e infancia, e hizo honor a esos recuerdos sin darlos por hecho. Y el resultado es una serie con aromas de pasado, de esas historias de aventuras ñoñas de los 80s que no se estrujaban mucho el cerebro para entretenernos un rato. Cobra Kai es extremadamente ochentera, y en eso radica su magia.

Y los nostálgicos hemos respondido. Ver a Johnny y Daniel enfrentarse por primera vez en la primera temporada no tiene precio. Así como ver al protagonista hacer la grulla, a Johnny riéndose de sí mismo o ver al malvado entrenador John Kreese repitiendo la historia. La serie está repleta de guiños a las películas de la saga y en la tercera temporada sorprenden con el retorno de varios personajes, incluida Elisabeth Shue (sí, la novia de ambos y chica de la discordia vuelve como invitada). Todo esto conforma un regalo, envuelto y con lazo, para el corazón de esos que atesoramos las películas que marcaron nuestra infancia.

Y es que Cobra Kai no se toma para nada en serio. Su trama es tan básica como lo fueron las películas, las enseñanzas son las mismas e incluso por momentos es extremadamente repetitiva. Y aun así funciona. Mientras las actuaciones jamás ganarían un premio, la serie centra todo su potencial en los momentos emblemáticos como los coches del señor Miyagi, los entrenamientos pintando vallas o los flashbacks con escenas de las películas. Cobra Kai transcurre en la era moderna pero se mantiene como un producto que no olvida la época que representa. Toda su trama respira aires ochenteros, así como los diálogos y la música. ¡Y qué música! La banda sonora roquera con temas de la época son un verdadero túnel del recuerdo (y una playlist perfecta).

Dicho esto, creo que Cobra Kai es un lección ideal para Hollywood y todos esos productores que han intentado exprimir nuestros recuerdos tomándonos por tontos. Y es que son muchas las series de los 80s y 90s que volvieron a la parrilla intentando aportar dosis de originalidad pero olvidando por completo a quién estaban dirigidas. Sucedió con los reboots de MacGyver, Arma Letal, Scream, Roswell, Salvados por la campana o Sensación de vivir. Incluso V (el remake de Invasión extraterrestre) se quedó coja así como Las escalofriantes aventuras de Sabrina. Esta última arrancó con buen pie con su primera temporada pero no terminó por lanzar ese hechizo que la serie original consiguió impregnar en toda una generación, a pesar de que la original era más cómica, infantil y sencilla.

Hollywood lleva mucho tiempo rebuscando en el baúl de los recuerdos recuperando ideas del pasado para devolver al presente, intentando adaptar historias a los nuevos tiempos o metiéndoles dosis de originalidad con calzador para no llegar a ningún lado. Cobra Kai demuestra que no hace falta rebuscarse tanto. Que el público responde cuando esa historia que quedó grabada en el corazón de una generación se trata con cariño y respeto.

Cobra Kai es una serie hija de los 80s. Aunque apenas duren media hora, cada capítulo incluye un viaje hacia el pasado a través de una frase, flashback, personaje o canción, calentándonos el corazón con eso tan cálido que se llama nostalgia.

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