Janet Jackson se siente renacida

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En los 80 y 90 el éxito de Janet Jackson era global. Ganó premios, acumuló álbumes y ventas, y el público esperaba sus canciones. En 1996 firmó con Virgin el hasta entonces mejor contrato de la historia, que superaba lo que ganaba su hermano Michael.

A 10 años de la muerte del Rey del Pop, Janet parece estar viviendo un nuevo renacimiento profesional. En marzo ingresó al Salón de la Fama y este fin de semana actuará por primera vez en el Festival de Glastonbury, uno de los más famosos del mundo, como coestelar.

Janet, de 53 años, tuvo su primer espectáculo en Las Vegas a los 7: dos funciones diarias durante dos semanas sin descanso.

“Fue agotador y divertido al mismo tiempo”, recuerda. Al cumplir los 20 ya había lanzado su tercer álbum, el exitoso Control, y su vida y fama acaparaban los tabloides. Su actuación en el medio tiempo del Súper Tazón de 2004 se volvió viral porque mientras cantaba junto a Justin Timberlake mostró uno de sus pechos como parte del show.

Esa anécdota la persigue, mas ha aprendido a “no leer las opiniones sobre mí, sean buenas o malas”, dijo a The Sunday Times Magazine. Dice vivir un gran momento personal y lo atribuye, en parte, a su hijo, Eissa.

“Tengo un hijo maravilloso”, afirma. Janet fue madre a principios de 2017, casada con el multimillonario catarí

Wissam al Mana, de quien se separó pocos meses después de dar a luz porque su esposo se había vuelto muy controlador e incluso le decía la vestimenta que debía usar en su vida privada y durante sus actuaciones.

La separación de la pareja fue complicada y su padre, Joe, murió el pasado verano, coincidiendo con la caída en picada de la popularidad de su hermano Michael. Han sido tiempos duros para ella, pero ahora afirma que se ha ganado el apodo que le dan sus amigos.

“Me llaman Superwoman. Dios sabe que no lo soy, pero creo que lo que ellos ven es la energía que me inspira Eissa”, afirma.

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