La búsqueda desesperada de Mr. Osumatsu por vencer al paso del tiempo

Es una serie que se rehúsa a seguir las reglas de la ficción
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El manga humoristico ayudó a establecer a Fujio Akatsuka como un autor prometedor y sus bromas habituales se volvieron un fenomeno cultural en Japón. La famosa posé “Sheeeh!” — que usaba habitualmente el egocéntrico Iyami — fue tan popular que cuando The Beatles visitó Japón en los años 60, lograron que John Lennon la hiciera.

En 1965 Invasion of the Astro Monster, la sexta película de Godzilla de Toho Studio, un productor aficionado a la hilarante postura llegó al punto de hacer que Godzilla la hiciera en la película. Y cuando llegó el momento en que la famosa Criterion Collection lanzara al mercado las películas de Godzilla de la era Showa, la postura estaba en medio de la caratula.

El manga inspiraría a dos series de anime, una en 1966 y la siguiente en 1988, ambas tituladas Osomatsu-kun, y ambas enfocadas en las relativamente inocentes aventuras del reparto principal de sixtillizos y las peculiares personas que vivían cerca de ellos. La serie de manga se extendería por 34 volúmenes y los anime durarían 56 y 86 capítulos respectivamente.

En cualquier caso, su éxito se debía a la relación de familiaridad que lograron cosechar con los lectores y espectadores. Las bromas son repetidas, los personajes se mantienen extremadamente consistentes, el statu quo nunca era cuestionado. Son como pequeñas piezas de comida reconfortante. 

Y entonces está Osomatsu-san, que toma el concepto original y lo distorsiona. Si, esos “mismos seis rostros” son muy lindos cuando son niños ¿Pero qué ocurre cuando están en sus veintitantos años y comparten casa? ¿Qué ocurre si la gente que vive a su alrededor sólo se ha vuelto más ridícula? ¿Qué hay si fueran unos NEET (No Estudian y No Trabajan)? Obviamente esta última parte tiene mucha relevancia en los tiempos modernos.

Noticias de un sector de la población (a los que a veces llaman hikikomori) que se rehúsa a cumplir con los rigores habituales de vivir en sociedad y en la cultura “normal”, se han vuelto cada vez más comunes. Hay una fascinación creciente acerca de las personas que tienen este estilo de vida, especialmente cuando las ramificaciones de la “Década Perdida” en Japón, (una era de una trágica y masiva recesión) se han vuelto más evidentes.  

Pero Mr. Osomatsu es ficción, y en la ficción los personajes típicamente tienen metas y una narrativa que les impulsa. Tienen un arco argumental que completar y que los dejará siendo diferentes a cómo eran antes. Los hermanos Matsu no quieren eso. Encuentran problemático que las personas esperen que cambien ahora que son adultos y en la tercera temporada de un show muy consciente de sí mismo.

Las primeras temporadas juegan con nuestras expectativas al respecto de esto — los penúltimos episodios en ambas lidian con los hermanos separándose y siguiendo adelante, encontrando trabajo, y entrando en la “adultez” como la sociedad demanda. Finalmente deben enfrentar el conflicto emocional de decir adiós a su hogar y tener sus propias vidas. Y entonces nos recuerdan que esto es Osomatsu-san, y en los finales de temporada los hermanos están jugando béisbol contra aliens o luchando contra el demonio para volver a la vida solo porque aborrecen la idea de haber muerto vírgenes. 

Los hermanos desean vivir, pero no quieren cambiar. Ellos saben que son personajes ficticios, pero no quieren regirse por las reglas de la ficción. Les horroriza cuando se les pide hacerlo. En la última temporada los encontramos con dos curiosos compañeros robot, y en un punto los androides les preguntan a los hermanos porque se han estado burlando de su supuesto “amigo” Chibita por tanto tiempo. Los hermanos están impactados por esta acusación. Es algo que siempre han hecho. No se supone que tenga que ser diferente porque ellos nunca han considerado que pueda serlo, ni desean que sea de otra forma.

De forma similar, una escena en el episodio más reciente nos muestra a los chicos volviendo a casa apesadumbrados después de una boda. Al principio, el tono de la conversación es ligero, pero cuando empiezan a rumiar sobre la naturaleza de una unión como lo es una boda se preguntan ¿Cómo hace la gente eso? ¿Qué se requiere para encontrar a alguien y vivir juntos y amarse para siempre? ¿Acaso es eso posible? Hablan de ello como si la unión de dos personas fuera un hecho sobrenatural. Y cuando acaba el capítulo, no encuentran una solución. Se quedan preguntándose qué les espera en adelante. 

Una frase que se atribuye con frecuencia a Albert Einstein dice que “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.” Y se puede aplicar aquí al ethos de Osomatsu-san y a los hermanos mismos. Ellos no son egoístas, egoístas, ni están enojados solo porque son el estereotipo de NEET que se rehúsa a cambiar con el mundo, sino porque no quieren que su propia franquicia evolucione. El mundo es un reto y exige de ti cuando eres un adulto, a diferencia de cuando eres un niño pequeño en un manga humorístico de los años 60. Y cuando tu serie ha durado más de 50 años, también va a exigirte cosas — que observes lo que es relevante y te ajustes. Pero Mr. Osomatsu se niega a hacerlo. 

Cuando ves los créditos iniciales de la temporada 3, que muestra a los chicos huyendo desesperadamente de su propia iconografía, es difícil no pensar que están huyendo de las presiones de la ficción y del mundo en el que viven. Al principio fue decisión de Fujio Akatsuka que fuesen una constante, repitiendo rutinas familiares que le encantaban a la audiencia. Pero ahora, de acuerdo a Osomatsu-san, es decisión de los hermanos, y es una serie bastante más interesante gracias a ello. 

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