Sharkey Cazarrecompensas está con la mierda hasta el cuello

‘Sharkey, cazarrecompensas’ se nutre de un Mark Millar bastante ligero en pretensiones, y regala al lector un buen rato de desconexión gamberra sin complejos. Aventura espacial desatada por buenas dosis de violencia, el afamado guionista nos invita a codearnos con lo peor de la galaxia.
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Los cazarrecompensas con un niño verde como compañero parecen estar de moda. Panini Comics, en su sello Evolution, nos acerca a las aventuras más atípicas de cualquier galaxia por conocer, incluida la nuestra en Sharkey Cazarrecompensas.

La vida de un cazador de recompensas no suele ser fácil. Está repleta de riesgos elevados para su propia vida. Por no hablar de los inconvenientes de tener que visitar antros y tugurios poco recomendables, llenos de individuos de dudosa reputación. Las peleas y tiroteos está al orden del día y más vale ser de gatillo rápido y contar con un cuchillo afilado por si acaso. Lo que ya no es tan habitual es tener que llevar a un joven junto a su familiar más cercano porque detuviste a su tío en tu último trabajo. Un chaval que proviene de un clan de delincuentes de poca monta, muy hablador, un tremendo incordio, pero con sus propias sorpresas bajo la manga tras una corta vida que le ha dotado de experiencia para labores útiles. Un planteamiento al que sumar las deudas de juego y una ex-esposa. Esta es la vida de Sharkey, cazarrecompensas con tarjeta de presentación plastificada.

Estamos ante una historia con una premisa muy clara, entretener por encima de todo. Las pautas de Sharkey no son ninguna novedad dentro de las aventuras espaciales, ni siquiera ser un caradura gamberro al que le persiguen los líos, ni tener fama entre los enemigos y rivales que compiten por las presas más valoradas. La suerte y una habilidad rastreadora especial le han permitido ir sobreviviendo en un mundo complicado. Su extraño sentido del honor choca diametralmente con su miedo al compromiso o su negativa a tener descendencia. Un camino por recorrer que refleja el aprendizaje que nunca abandonamos a lo largo de nuestras vidas.

El trabajo de Mark Millar no es grandilocuente ni pretencioso. Desde la compra del Millarverso por parte de Netflix, da la sensación de centrarse en la producción literaria que pueda llevarse a la pequeña pantalla en forma de series o películas para consumo vía streaming. La apuesta por la diversión pura ya la pudimos ver en Prodigy hace unos meses. Aún así, este tipo de productos son puramente disfrutables, sobre todo cuando sólo buscamos despejar la mente sin encontrarnos con tramas complejas, difíciles de seguir. Consumo puro y duro de comics para entretener, nada de obras maestras que sienten cátedra.

Es conocido que Millar se rodea de autores de renombre y contrastada calidad para sus proyectos Ahora le ha llegado el turno al italiano Simone Bianchi y sus sombras volumétricas. Su trabajo es más que correcto aunque en algunas viñetas se ha mostrado más vago y plano de lo habitual, apenas abocetando algunos escenarios, personajes y detalles secundarios, incluidos muchos rostros que dan la sensación de inacabados. Contrasta mucho con el trabajo más minucioso que aplica a las naves que podemos ver, incluido el diseño del “Cono de Nata”, la nave de nuestro protagonista.

Sharkey Cazarrecompensas engloba todo aquello que podamos buscar para pasar un buen rato, si las aventuras espaciales están entre nuestros géneros favoritos. Multitud de razas extraterrestres, armas de energía, nobles intenciones y enemigos corruptos que controlan sistemas estelares. Hombres y mujeres duros de pelar con una sustanciosa recompensa por cobrar. Un buen hombre con lagunas oscuras, una mujer de armas tomar y un chico de piel verde que puede marcar la diferencia.

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